He vuelto

He buscado, contraído, la versatilidad de mi derrota, y he sentido el placer de desaprender. Ahora vuelvo, con el calor de un claro mensaje.

A ustedes

Alas rotas han partido del vientre vital, susurra el presagio de lo inverso, en gotas de ácido sus ojos se bañan, con ellas el dolor de lo incomprensible azota mi rostro evidente. El viento ennoblece mis ansias de quedarme al margen de mi mismo y enredarme en el austero choque de mis razones, mas la rigidez de lo concreto absorbe mi cuerpo y mi espíritu. Desprecio todo encierro donde soy víctima.
Los carceleros de mi alma viven en la rueda del azar girando sobre sus rincones, aquellos que no han de sacudirse… vueltas, vueltas, caen siempre en el mismo lugar y destino: La gigantesca nube de polvo que ciega y enmudece, que encierra y se abre paso entre las gentes, aprisionando el pensamiento y la calidad del ser humano, castigando toda libertad y constituyendo un sistema previamente organizado.
Hendiendo las estribaciones de lo impredecible concurro a mi encuentro y a mi tristeza, ¿Será ese el destino del hombre?, permanecer con los pies en la tierra, calculando las horas del reloj que aprisiona, ciegos y mudos de verdad… Por mi parte, cuanto mas profundo llegue, mas alto habré de elevarme.
Han roto las campanas del cielo, esas que los hombres crearon, esas que hoy se encuentran enmudecidas por el lamento y que ya no vive en ellas la armonía de lo infinito, siendo siempre más fácil imaginar una superioridad que serlo.
El hombre que duda de todos duda de si mismo, la confianza se ha perdido, la palabra que nos eleva por sobre las criaturas, carece de sentido digno, se resuelve en cenizas… Hubo una época en que la palabra tenía valor.
Han sometido al espíritu a lesa humanidad, sometido a la conciencia a los placeres mas oscuros, pronto someterán el alma… ser para crear, crear para ser.
Oh! El alma en los hombres, esa energía vital que nos envuelve y logra traspasar las escamas del cuerpo, que deja la evidencia de las emociones y sentimientos… ¡está sucia! El hombre ha perdido la noción de lo que al alma se refiere, por eso sus manos lloran sangre, porque han cometido un sacrilegio con lo mas hermoso que todos poseemos.
Se hablan demasiadas vaciedades, muchos que se jactan de haber recorrido tantos años, tanto caminos que aun no saben para que están en él, su andar es postrero y nunca llegaran a bañar sus lenguas en el necesario sufrir; calla tu boca, tu mente, hombre despierta el corazón hundido en el pecho, ruge tu verdad humana.
Me pregunto si alguna vez volveré a mi vieja casa en un tiempo ajeno al que hoy vivo; en aquella casa las monedas no sirven, todos viven en el aire y de sueños se alimentan, en aquella casa no hay sistemas, solo conjuntos individuales, energías en equilibrio, luces de paz.
El Superhombre, la idea descabellada que alguna vez surcó los jardines, se ha desvanecido en un proceso largo y absurdo. No han de darse cuenta que ninguna ley metafísica podrá superar la evolución espiritual, es por eso que cuando se habla de imaginar una superioridad no es mas que la frustración de acercarnos al mundo vulgar que nos proponen y a su aceptación dentro de los limites marcados por la ignorancia, que a nosotros mismos.
En una ocasión un antiguo maestro concurriendo a sus discípulos preguntó: ¿Por qué han de estar conmigo mirándome en pleno silencio? Ante la especulación de estos dijo: Ustedes están junto a mí porque buscan la sabiduría, el amor, pero por sobre todo buscan la paz, pues bien, la buscan sentándose en silencio a mi lado, escuchándome pacientemente, y consiguen por un momento eso que anhelan… yo les propongo que se largen de aquí, porque sino es en ustedes mismos donde encuentren esas virtudes no la encontrarán a mi lado… ¡Busquen en su interior! Luego de un largo silencio el maestro dijo… Amigos míos, el aire no busca la paz, la lleva consigo donde este, la naturaleza es dueña de ella, pues entonces, encontrar las virtudes dependen de nuestro modo de fluir, de pensar, de actuar, de sentir… vivir en este mundo como si fuésemos de otro, dejarnos llevar por el olfato de las buenas acciones, y una vez encontradas estas virtudes en nosotros mismos, encontrarlas a nuestro alrededor… El observador que contempla un cuadro es contemplado a su vez por este, ¿entienden amigos míos?


G. F. Degraaff