He vuelto

He buscado, contraído, la versatilidad de mi derrota, y he sentido el placer de desaprender. Ahora vuelvo, con el calor de un claro mensaje.

Nerklees (fragmento)

...¿Qué extrañas fuerzas nos atan a la memoria, a la búsqueda de seguridad y al apego? ¿Para qué nos llenamos de ruido constantemente si lo que somos solo puede ser escuchado en el silencio? Es difícil hablar con certeza para explicarle, lector, que usted no es lo que cree que es, sino, que es una intensidad que pide a gritos ser escuchada, que busca humildad para encontrar una puerta con la cual salir de la prisión de ornamentos que somos. Para poder hablar acerca de ello, es necesario apoyarse en la abstracción, pues, lo que fue designado con el nombre “sí mismo” se encuentra profundamente dormido y es difícil llegar a él para obtener respuestas. Bucear en la inconsciencia puede traernos algunas respuestas pero todas esas respuestas se encuentran también profundamente condicionadas. Si no nos separamos completamente de la experiencia, no podremos observar al experimentador. Lo único que poseemos para encontrar la llave de esa puerta es el Amor. El Amor que une lo conocido con lo desconocido, el Amor que une todas las contradicciones, el Amor esencial que somos. Silencio entonces, que aquello que une todo lo que existe, está dormido profundamente adentro nuestro. Silencio, ya no hay resistencias que oponer al contacto del profundo amor que somos. Aún, con nuestro cerebro condicionado, que es algo muy precario para resistir la embestida cruda del éxtasis y peligroso, para soportar sobre él, todas las mareas que generan el conocimiento de la esencia; debemos buscar el más profundo silencio, esto es dejarse morir de una vez a todo ello que creemos que somos, pues, ya se hace insoportable vivir al filo de una respiración entrecortada que necesita el perfume cautivador y peligroso de la Ilusión... Me pregunto a menudo si al cabo de algunas sesiones de Yoga o de internarse estudiando filosofías, religiones, ciencias; colmar el cerebro de información, con el cual, por cierto, sólo se condiciona aún más, pueden los hombres obtener el profundo contacto con la esencia de todas las cosas, profundo contacto que sucede cuando sanamos los condicionamientos, cuando activamos nuestros centros a través del verdadero sentir, que siempre tiene como raíz el Amor. Algunos se asustarán, otros se preguntarán que tipo de experiencia es, otros, seguirán con los libros abiertos buscando la liberación de los condicionamientos a través del obsesivo estudio de la vida de los demás, de las órdenes de los demás. Me pregunto, entonces, si no ven estos y aquellos que todo cuanto hacen en sus vidas es superficial. ¡En nombre de todos los Dioses! ¿Nadie observa de sí mismo que no llega a ningún lado? ¿Que sigue viviendo una vida lejana y estéril respecto de su Alma? Más allá de las visitas de Nerklees, que suceden cuando estoy cansado y dormido, resulta hermoso observar que uno es apenas un niño y a la vez el vehículo de una fuerza descomunal que apenas comprendemos y tal vez nunca aprendamos a sentir. Podríamos pensar que si vamos a soportar la ignorancia de ser asediados y gobernados temporalmente por una fuerza externa, por los hábitos, por lo aprendido y mal asimilado y digerido, deberíamos tener la inteligencia de observarnos para evitar lo inmensamente cíclico. Concatenado al sosiego y a la belleza del mundo; no hago más que observarme de un punto a otro haciendo crecer la distancia entre mi ruido y mi silencio. ‎Lejos, donde las montañas guardan sus secretos inmemorables, descansa el contorno de lo abstracto. Allí hay nieve, y el frío mantiene al corazón alejado del sueño, allí nada muere. Allí los antiguos duermen y las palabras no pueden ni serán jamás pronunciadas, todo será guardado y olvidado mientras no exista el tiempo. En aquellas montañas lejanas vivió un rey, un rey que jamás conquistó su reino aunque sus gobernados le respondían fervientemente. Su castillo estaba perdido en el fondo, muy abajo para ser encontrado incluso por las bandadas de pájaros que buscan el consuelo y la pena. En aquella región no había más que diluvios. Todos alguna vez han sido náufragos de sus propias conquistas, y presos de las ideas; por siempre llovía allí y uno no buscaba el cielo en el agua sino la vida en ella; tocaba el fondo entonces la piedra azul, lapislázuli, zafiro, y quedaba el ámbar dorando el rincón de donde todo nacía cuando el sol crecía; no había más que diluvios y piedras que se lanzaban, sin tregua al recuerdo; recordar es tirar una piedra al abismo que somos, y tan abajo, los diluvios son asesinos. El reino estaba bordeado de cúspides florales, verdes, amarillas, y aromas tan frescos como las mañanas; las campanas anunciaban la salida del sol que para los desatentos se escondía tras las nubes. Mediante el reflejo de los espejos el Sol llegaba a la campana de plata y tocaba conciertos mayores, orquestando un diatessaron cuando estaba en su conjunción con la Luna. Cuando esto pasaba el rey salía con su vestido de diamantes al balcón y saludaba a lo largo de su mirada. Miles de jóvenes mostraban sus manos para saludarlo y aclamar su grandeza. Lo que sucedió allí lo vi entre sueños, o quizá Nerklees mismo me lo dijo al oído cuando todo era silencio. Cierta mañana, después de una gran tormenta, cayó el sueño sobre el rey, sueño que poseía la fuerza de la Fantasía. Luego de aquél día, se lo vio partir, entre una noche temprana y un sol que iba adormeciendo en el horizonte; tomó su caballo, olvidó su Alma y se fue. Nadie nunca había visto al rey trepar las montañas y mucho menos se comprendían sus intenciones. Pero él partió. En la medida que crecían sus pasos y su lejanía, crecía también su horizonte y la lejanía de su Alma; siguió sin tregua, porque no tener agua ni comida es no tener tregua en la vida, y vaciló, pero nunca dejó de andar; a veces las estrellas eran guías, sobre todo cuando necesitaba guías o luces en el camino por la oscuridad de sus noches. No había ya distancias que se pudieran percibir con los sentidos; una vez cayó, y otra, y nuevamente llevaba su osamenta a la tierra para así aprender a besarla, y mientras caminaba, besaba la tierra y pero no agradecía al camino; los pies le dolían, el cuerpo le dolía, quizá el corazón en su destierro de vida también, pero seguía huyendo; nunca tuvo un destino certero, ni un camino marcado, a veces, el desierto era toda la ruta; no tenía fin, no tenía fondo; todo se acercaba y al hacerlo se alejaba, pero él iba aprendiendo a besar la distancia, que aunque unía, también separaba; y siguió caminando, aprendiendo a besar el camino sin aprender a dar las gracias; nunca se lo volvió a ver; pero se cuenta que desde ese entonces la Vida habló a través de su destierro; dijo que caminar era aprender a besar el camino, pero que agradecer era aprender a Amar; y que si uno no ama el camino por el que anda, nunca se dará cuenta, que no es importante hasta donde se llega, sino cuanto amor se consigue al andar en él. ¿Nerklees se había quedado con el Alma dormida del rey? Noches enteras sin responder mis antiguos vislumbres a lo desconocido; y mil respuestas nunca encontrarán sus preguntas. En la Fantasía manifestaba Nerklees su gobierno sobre los hombres, y los enloquecía. Tal era el grado de confusión que las mariposas se habían coloreado con transparencias; y los hipocampos parían grutas que deformaban las facciones de lo profundo. Cada mente se sumía en la confusión, en la polaridad. Nerklees siempre esperaba, porque era su naturaleza esperar, esperaba al lado del camino de todos los hombres, intentando llenarlos de sueños, de ilusiones que inundarían la vida de los hombres; intentaba llegar a alcanzarse a sí mismo. En su propia Fantasía una noche creyó que se había visto, vio su andar y detrás de él se fue, días y noches y no podía alcanzarse; caminaba confundido, víctima de su propio poder. No había hecho sino caminar sin destino en una dirección que apenas podía comprender; y se sentó a esperar nuevamente y a confiar que no sería un sueño el que lo haría partir detrás de sus propios pasos; pero pronto descubrió que Él en su inmenso poder también era su propia víctima. Luego escuchó su voz y a la oscuridad partió; esta vez caminaba en dirección contraria, nuevamente sin destino, y su desconfianza pudo más, (¡Dudas divinas las que nos mueven!) al día siguiente detuvo su marcha. Así siguió esperando, podía creer que ya había partido varias veces, pero comprendía que sólo eran Fantasías que su propia potencia emulaba, comprendía íntimamente que aún no se había visto, y que pronto, pasaría delante de sus ojos, algún hombre que saciara su sed de Ilusión, un hombre que se diría a sí mismo que siempre supo quién era y hacia dónde caminaba. G. F. Degraaff