He vuelto

He buscado, contraído, la versatilidad de mi derrota, y he sentido el placer de desaprender. Ahora vuelvo, con el calor de un claro mensaje.

La magia invisible

Se volvía la maravilla de la gloria. Caminaba bañado en sudor la voz del eminente conferenciante. Mientras se apagaba la tos de un invierno que castigaba las aguas de Poseidón y los ángeles del anuncio. Por las paredes, todo simulaba la atención espectral de los testigos ciegos que sonreían al no ser vistos. Cuando el silencio reinó por fin, el techo parecía hundirse y toda esa gloria se convertía en el soporte de una cruz de bronce.
Llamó el viento las miradas asesinas:-Absolutamente todos los problemas podían ser solucionados efímeramente con inconvenientes mayores. Y la capacidad de sufrir un poco mas, se transforma en la esperanza de los pobres. Si el tiempo consigue dar su vuelta completa, todo marchará sobre las calles oscuras del placer y del olvido, la primera sensación de una libertad inquietante que aniquila el grito salvaje de la sangre, borrará las huellas del camino nuevo. Después de todo sólo son caminos que fugazmente se transforman en nuestros propios agujeros negros. Enmendar hasta reemplazar no asegura el éxito. Obrar sinceramente no asegura la supervivencia. ¿Qué estamos dispuestos a perder?. No pienses en ello, sólo vívelo. La realidad de los sentimientos es inmensa como el horizonte, más la idea de sentimiento no deja de ser en sí misma una pseudovibración interna necesaria. ¿Cuánto estamos dispuestos a amar? En estos tiempos el amor son palabras. Hace tiempo una voz gritaba y rugía, atropellaba la garganta en nombre de un amor mas creíble, mas real. No vuelan ya, ni siquiera en el agua, las épicas súplicas del amor de aquellos "malditos".
Pendía la soledad de un hilo cuando el destino obraba en su esplendor, seguro, lanzado a hacer creer lo que estaba dispuesto a mostrar. Jamás pregunta la lluvia antes de caer, sólo cae, y nos queda mirar como en la ruta las estrellas son tantas. Comiendo la tela de la pantalla, sin explicación sumisa, me entrego ante los ojos del Gran Maestro al que algunos llaman Vida.

G. F. Degraaff