He vuelto

He buscado, contraído, la versatilidad de mi derrota, y he sentido el placer de desaprender. Ahora vuelvo, con el calor de un claro mensaje.

Prologo

Las alondras suenan repentinas en mi cerebro, escucho el manantial de ideas que fluyen, cambian, giran y se expanden, observo el canto de arcángeles sobre los que se impregnan las filosas atalayas de las calles oscuras. Observo todo en mí alrededor mas no entiendo como aun no veo todo. Se escapan pasajeras del aire mil preguntas sin respuestas, se pierden aquellas cosas que no importan, pero mas se pierden aquellas que nos importan realmente. No solo miro con mi vista, también poseo la habilidad de oler con ella. Huelo cada respiro de lo que llega a mis manos, las hermosas melodías acompañan mi viaje de lo real a lo irreal, y susurro mil armonías de colores, cuando entiendo por fin el mensaje, cuando veo en la luz, cuando puedo oscurecerla. Entonces logro alzarme en el aire, para caer tempranamente aunque no existen tiempos para caer. Vuelvo a mirar a través de mí, por la bola de cristal que me envuelve y concuerdo la manera de expresarme mediante el uso del vocabulario, es algo que esta en mi mente o quizás no, pero está, y comienzo a preguntarme lo que siento, mis dudas me atropellan, logro sentir como una bala rompe mis huesos, como mi sangre fluye a través de mis venas abiertas y escapa, tampoco a la sangre le gusta permanecer demasiado tiempo en el cuerpo y quiere salir, desea romper con nuestro sistema, con nuestras arterias y brotar como una flor para liberar nuestro espíritu.
Hoy, escuche a mi vida susurrarme al oído, esa a quien amo, esa quien me lastima con gracia, quien me habla con su delicada voz y me cuenta entre las nubes de mi cielo, lo hermoso del valle tras las nubes. Soplo tan fuerte como puedo y logro esparcir esas nubes de ceguera, veo tras de sí, un cielo, un sol frente a mis ojos, rubio, de cabellos redados, de ojos claros, que me abraza y llena mi alma de sonrisas, y es entonces que mi sufrimiento crece porque donde existe la felicidad, el dolor acompaña. Salto el abismo que me separa de la verdad, pero hasta el mas estrecho abismo es difícil saltar, y caigo, vuelvo a caer mil veces, con el sol, que cae hasta los infiernos para alumbrarlos con su luz, y renazco junto a sus rayos de oro, para volverte a ver a ti vida mía, a quien estaré agradecido hasta mi último ocaso.
En mi alrededor giran miles de hojas de un viejo árbol marchito, de un arbusto celoso, de palabras enaltecidas, que quieren a cada revoloteo contar una de sus historias, una de sus andanzas, para que el mundo se adueñe de sus andares, de su experiencia y de si mismo, para no pertenecer a nadie.
La vida le habló a mi alma, quien camina entre senderos oscuros, entre pedradas y cardos furiosos, me dijo:-Camina recto, mas no hay camino, desciende y elévate, aunque no exista arriba ni abajo para ti, besa los pies de los bailarines y considérate dichoso de rodearte de ellos, pues, quien ve en la vida el danzar, puede alegrarse de danzar en la vida. Entonces suspiro y agoto mis fuerzas en mis pies, y me mantengo erguido, soportando la tempestad que azota mi rostro, la calumnia del viento frío y el mar bravo, la palabra de los hombres sin palabra y la sonrisa de los hombres sin sonrisa, pues hasta la sonrisa puede ser malvada.
Salgo de mi, hacia el aire, como un ave… la vida es dura para el hombre que roba virtudes y se inventa la densidad de si mismo, el hombre pequeño siempre puede ser humillado a partir de su pequeñez, y superarse con grandeza, mas, el hombre grande puede ser humillado, y a partir de su grandeza, ahogarse. Cuanto mas grande el hombre se cree, mas humillación sentirá en ser pequeño.
Y si mis penas desaparecen, será porque aprendí a sufrir, no hay vida plena para quien no aprende a sufrir y a superarse en sus tristezas.
Y si mis penas desaparecen entonces, será el día de mi viaje final, cuando navegue por mi océano inmenso hacia la inmensidad de mi océano, cuando salga al encuentro de mi sol, besando las aguas tranquilas por donde habrá de posarse para mi amanecer, para mi ocaso.
Hoy renazco, soy un cazador de hombres, de esos que se vuelven serpientes, de las arañas de caverna a quien molesta la luz. Y apunto y siempre sonriendo, disparo mil rayos de luz, porque hasta al diablo debe dársele lo que es suyo.
Volveré por que así lo quiere la rueda de la existencia infinita, volveré para ver mi amanecer desde mi valle, desde mi barca, desde mis ojos, desde mi alma, volveré para caerme y volver a saltar, sobre los bosques de estrellas hasta ser una mas que brille, hasta ser una mas que bese las aguas por donde navegaré mi viaje final, hasta que mi ocaso sea por siempre un amanecer infinito para las almas puras, para los nobles amigos de la vida, para quien en su ocaso acompañe al sol en su luz y renazca con sus rayos, para llenar de vida al mundo de los dioses, para llenar de vida al mundo de los hombres, para llenarse de vida eterna en los brazos del cielo y encontrarse caminando en la búsqueda de su existencia.

G. F. Degraaff

1 comentario:

Carina Felice, Photography dijo...

aun los dioses y guerreros necesitan ser abrazados para obtener la fuerza de ver nuevos amaneceres.
:)
Sirvase otra copa!