He vuelto

He buscado, contraído, la versatilidad de mi derrota, y he sentido el placer de desaprender. Ahora vuelvo, con el calor de un claro mensaje.

En el campo (II parte)

Sólo, en medio de un campo rodeado de pastizales altos, la noche acrecentaba su autoridad, su poder. La luna centellaba luces de colores que alegraban a los espíritus que merodeaban la noche. El estanciero, corría, sin piedad con sus piernas, con una enorme agitación en la respiración. Sus pulmones hinchados de humo, se encontraban al borde del colapso, esto debilitaba de gran manera el estado físico del estanciero quien condicionado por su edad comenzaba a sentir los efectos de la falta de aire en la sangre; visión poco clara, pensamientos dificultosos, debilitamiento de las extremidades.
A los pocos metros, escuchó una conversación entre los pastizales, dos hombres jugaban una partida de cartas sobre una mesa redonda, de madera tallada, rústica. Ambos invitaban con gestos y ademanes al estanciero, quien con cierta desconfianza de su claridad mental, se alejaba, sin quitar la vista sobre lo que veía. Al correr hacia atrás, inevitablemente había pasado por alto la luz del semáforo de la intersección de la avenida, y observó como un policía lo llamaba con un aire impositivo. También comenzó a alejarse, hasta que por fin cayó en un enorme agujero que había en el suelo, caía constantemente por un túnel con fotos sobre las paredes de colores fluorescentes, sin fin aparente. De pronto, solo sombras, la vista había desaparecido, estaba consciente de todo lo que pasaba a su alrededor, su oído, su tacto, su olfato, todo decía que había despertado por fin de su ilusión. Al abrir los ojos, un circo, una enorme carpa con fuegos artificiales se adueñaba de su atención, miles de personas, figuras desfiguradas, con enormes bocas, algunos combatiendo entre si, por un globo que terminaba perdiéndose en lo alto. El bullicio perturbaba incluso a los animales que intentaban escapar ante la expectación de las plateas, que albergaban a los mas altos funcionarios del gobierno y a cleros enfundados en sus capas de color oro.
Al tomarse de un trapecio, se encontró en la cúspide de aquel circo, y fue entonces que comprendió que de un salto podía cambiar su escenario, que sea cual fuere, él tenía la capacidad de cambiarlo. Entonces soltó sus manos y voló libre entre las nubes y se halló en medio del campo rodeado de un potente silbar de grillos. Tendido sobre el suelo, exhausto. Fue entonces que decidió regresar.
Después de unas horas, al llegar nuevamente a la estancia, desde el noroeste, vio la figura de su extraviado compañero, sentado, como esperándolo hacía un tiempo. La vestimenta fue lo primero que atrajo su atención, no parecía el mismo ropaje con el que algunas horas antes había estado, su apariencia era diferente, entonces, con miedo a estar viendo una ilusión, se abalanzo sobre su vecino, con un alarido de guerra, arrojándole un golpe. Esquivar el golpe no fue tan difícil como explicarle que no había sido él quien lo había acompañado en su travesía por el campo.


G. F. Degraaff

1 comentario:

Ivana Guidi dijo...

tenés mail?
te agregué muchas veces al del perfil, y nada..
estaría bueno hablar un poco, por eso..
un beso Gabi !:)